jueves, 18 de octubre de 2012

GHARDAÏA



utilizaron los pasillos para hacer sus necesidades, no se podía pasar del olor tan desagradable que había en el lugar
Como estábamos solos el guarda del camping nos dio conversación y se bebió media botella de whisky.
Al amanecer Jesús tocó diana y nos pusimos en acción, desayunamos y nos pusimos en marcha, seguimos por la N-23 hacia Ghardaïa.
En medio de una meseta desértica, totalmente estéril, atravesada por el río M’Zab, seco desde hace décadas, se encuentra Ghardaïa, la capital del M’Zab, formada por cinco ciudades.
 Beni Isguem, situada a unos dos kilómetros de la la capital, es la ciudad más piadosa del M’Zab, las puertas de la muralla se cierran al anochecer, tiene la mezquita más importante de la zona con un bello palmeral y una presa.
El Ateuf, la piedra angular, está a nueve kilómetros de la capital y fue la primera de ls ciudades construidas en el M’Zab, cuenta con dos mezquitas, la más importante es la de Sidi Ibrahim, que fue la que inspiró a Le Corbusier para construir la capilla de Ronchamps.
Melika, la reina, situada a un kilómetro de Ghardaïa, fue la ciudad santa del M’Zab.

Bou Noura, la luminosa, situada a cuatro kilómetros de Ghardaïa, su orientación le permite captar los rayos de sol durante más tiempo, construida sobre una loma rocosa, domina el M’Zab, hoy solo quedan las ruinas.

Ghardaïa, fue la última en construirse, es la más grande y más activa de las ciudades del M’Zab .

COTINUAMOS HACIA EL SUR

 
La noche fue dura pues el barco se movía mucho, pero con unas biodraminas algunos hasta pudieron dormir. Cuando el barco llegó a Orán parecía un vertedero los vómitos estaban por todas partes y el olor era insoportable, bajamos a la bodega y subimos todos al camión, dispuestos a pasar la aduana.
Subió un policía al camión, rellenamos un formulario de importación temporal de vehículos, le regalamos un cartón de tabaco y salimos del recinto sin más complicaciones.
Buscamos un aparcamiento y fuimos a buscar el consulado de España, para inscribirnos como transeúntes por si teníamos algún problema.

Teníamos un contacto que nos dio una tarjeta de presentación para el canciller, un chico joven que nos atendió muy bien, es más nos dio un contacto con una española que vivía en Bechar para cambiar dinero, pues la mujer quería salir del país y en ese momento no podía vender sus propiedades, pues la ley lo prohibía. Comimos con el canciller y partimos hacia Mascara.

El paisaje de la franja costera es muy verde, pero cuando superas un pequeño puerto, el cambio es espectacular, la zona árida aparece y nos va a acompañar durante todo el viaje.

Desde Mascara, tomamos la N-14 hacia Takhemadet, Frenda y Aïn Deheb, donde conectamos con la N-23 hasta Laghouat donde pasamos la noche.
                

La ciudad está enclavada en un oasis en los límites del d’Jebel Amour, entre las altas mesetas del norte y la región de Daia al sur.

 Fue constrida por los franceses para vigilar a la tribu de los Oulet Sidi Cheikn, que les habían opuesto gran resistencia.
El camping estaba en un palmeral muy bonito todo abandonado y descuidado, los aseos estaban atrancados, y los que nos habían precedido