martes, 26 de marzo de 2013

SEGUIMOS LA TRAVESIA...

Aoulef - Tit

Lo que mas nos preocupaba era la navegación, el desierto es como el mar, y aquí perderte era lo mas sencillo del mundo, no había una pista como tal, y las balizas tampoco estaban todas, lo que nos producía intranquilidad, pero con un poco de suerte y mucha atención lo conseguimos, llegamos a Aoulef al medio día, habíamos hecho 135km en menos de cuatro horas, nos faltaban unos 100km para Reggane, la pista tenía “tole” y algún que otro tramo de arena blanda, pero no estaba mal, atravesamos un inmenso palmeral y dejamos atrás Aoulef.
En tiempos de la colonia francesa, en esta ciudad se realizaron las primeras pruebas nucleares del ejército francés, ahora la base militar es argelina, tiene también aduana, oficina postal, hospital, gasolinera, taller y tienda.
Está prohibido fotografiar las instalaciones militares, aduana y policía, nos dirigimos al camping municipal y como tenía un arco en la entrada no pudimos pasar al interior, asi pues aparcamos junto a la entrada y pudimos enganchar la toma de luz y también tener agua por unos pocos dinares.

sábado, 9 de marzo de 2013

EN EL DESIERTO......





Durante la cena vino a visitarnos el jefe del poblado, nos pidió café soluble, y a cambio nos regaló unas bombillas, pues nuestro generador las fundía con facilidad, tomamos café y chocolate con el caïd y luego nos fuimos a dormir.

Al día siguiente retomamos la pista y continuamos hacia Aoulef, la pista se hacía dura, pues los mojones de señalización no siempre estaban en su sitio, y aunque seguíamos en la misma dirección nos dábamos cuenta que el poste aparecía a doscientos o trescientos metros a nuestra derecha o izquierda.

La pista no existía, habían rodadas en cualquier dirección, lo que nos ponía en alerta y estábamos muy atentos a la brújula.

Solo una vez tuvimos que poner el 4x4 del camión para salir de un charco de arena blanda donde nos hundimos hasta la mitad de la rueda y de donde salimos sin mayor problema.


Lo que mas nos preocupaba era la navegación, el desierto es como el mar, y aquí perderte era lo mas sencillo del mundo, no había una pista como tal, y las balizas tampoco estaban todas, lo que nos producía intranquilidad, pero con un poco de suerte y mucha atención lo conseguimos, llegamos a Aoulef al medio día, habíamos hecho 135km en menos de cuatro horas, nos faltaban unos 100km para Reggane, la pista tenía “tole” y algún que otro tramo de arena blanda, pero no estaba mal, atravesamos un inmenso palmeral y dejamos atrás Aoulef.

domingo, 3 de marzo de 2013

En el desierto


Al hacerse de día los primeros en levantarse éramos los del techo del camión, bueno a excepción de Emilín que siempre retozaba un poco antes de levantarse, solo cuando Jesús ponía en marcha el camión, saltaba del interior de su saco de plumas, se sacudía las que tenía pegadas al cuerpo y bajaba a por el desayuno que el capi le tenía preparado.

Hoy hace bastante frio pero nos levantamos para hacer fotos del desierto al amanecer, subimos una duna y nos preparamos, en ese momento unos camioneros allí estacionados, encendieron unas cubiertas viejas para calentarse, y una enorme columna de humo nos fastidiaba el encuadre.

Después del desayuno salimos pitando hacia Aïn Salah, a donde llegamos al medio día, fuimos al puesto de la policía para informarnos sobre la ruta a seguir, pero no conseguimos demasiada información, llenamos los depósitos con el agua salobre del puesto y luego fuimos a la gasolinera para cargar a tope de combustible, no queríamos tener problemas, y salimos hacia el desierto. Nuestra moral estaba baja, pues en la posta de la policía vimos unas fotos que advertían del peligro de la ruta, eran de una familia de italianos medio momificados al sol, se habían perdido al salirse de la ruta
Pensaban que el desierto era un sitio para ir con niños pequeños, se equivocaron y lo pagaron caro.
Solo pudimos llegar al oasis de In Ghar, a solo 77km de Aïn Salah, pero es que nos detuvimos demasiado tiempo en el bosque petrificado, un lugar lleno de grandes troncos de roca diseminados por una amplia zona sobresalían entre la arena.
Al principio nos sabia mal llevarnos algunos trozos de los árboles de piedra, pues pensábamos que si cada persona que venía a ver aquello se llevaba un trozo, el bosque desaparecería, mas tarde vimos que la gente del lugar tapaba los baches de la pista con trozos de aquellos fósiles maravillosos, bueno pensamos que algo se había salvado.
Dormimos en In Ghar, un pequeño oasis con palmeras y una zona de huerta, pero nada parecido a los míticos oasis de los libros de relatos antiguos, aquel tenía luz eléctrica, pues el estado facilitaba a aquellos lugares unos grandes generadores diesel para la comunidad, con el combustible gratis, así pues la paz del oasis se veía alterada por el ruido del motor.