lunes, 16 de junio de 2014

VOLVEMOS A LA PAZ.


30 de mayo. Esperamos a Rubén sobre las 12:00h pero llega dos horas antes, lo que nos pone muy contentos, así volveremos antes a La Paz. Al llegar nos damos una ducha y luego a comer en algún chiringuito cerca del hotel Residencial Rosario, después de la siesta he ido a Entel a llamar a casa para hablar con mis tres chicas.
Esa noche decidimos darnos un homenaje, fuimos a cenar a un restaurante argentino llamado La Herradura, comimos ensalada de palmitos y tres tipos de carne, el bife de chorizo, el cuadríl y el asado de tira, como a mí me gusta probarlo todo comí chinchulines, muy buenos, todo esto regado con vino de Mendoza, casi nos da algo, nuestros cuerpos no están preparados para este festín, al final salimos a 2200pts cada uno, un sitio de gran lujo, teniendo en cuenta que  aquí puedes comer por 500pts. Hemos cogido un taxi que nos lleve al hotel a dormir la mona.
Hoy hemos dormido hasta las 10:30h, luego fui a comprar un billete para ir a Potosí y luego fuimos a comer al restaurante El Lobo, un sitio muy popular. He decidido que ya tengo bastante montaña y voy a recorrer un poco el país mientras ellos van a intentar subir al Ilimani.


A las 20:00h, allí me encontraba yo, sentado junto a un grupo de viajeros, esperando la salida del autobús, bajo aquella estructura metálica de la estación de autobuses, antes edificio de aduanas y estación de tren, que fue diseñada por Alexandre Gustave Eiffel, y construida por el catalán Miguel Nogué.

Media hora después nos ponemos en marcha, al salir me pareció que sería un viaje tranquilo, al cabo de una hora me quedé dormido, soñaba con placidez cuando de pronto se terminó el asfalto, y la carretera se convirtió en una pista sahariana, el conductor no aminoró la marcha y siguió como si no hubiera notado el cambio de firme. Me parecía haber hecho un viaje en el tiempo, y de pronto estaba en una antigua diligencia que se dirigía a Potosí envuelta en el polvo del camino en medio de la oscuridad del altiplano.

lunes, 2 de junio de 2014

SE ACABA EL HUAYNA


Sobre las 15:30, aparecen tres puntitos entre la niebla que van descendiendo, cuando llegan me cuentan que no han podido llegar a la cumbre, se quedaron a menos de cien metros, Juanjo está mal otra vez, y   pudo subir solo, pues el viento en la arista era muy fuerte y hacia demasiado peligroso intentarlo solo.
Decidimos bajar ese mismo día, pues Juanjo está francamente mal, se queda sentado bien abrigado mientras Sebas, Sonja y yo lo recogemos todo para poder descender.
Llegan varios montañeros alemanes y suizos con un guía boliviano,

Javier, nos pregunta por la arista y le comentamos que nos retiramos por el viento, nos dice que hicimos bien, pues es muy peligrosa con el viento tan fuerte. Comenzamos a descender por el glaciar entre la niebla, menos mal que podemos seguir la huella de los montañeros recién llegados, de lo contrario sería difícil bajar con la niebla. Sobre las cinco de la tarde llegamos a la arista de piedra donde el camino se vuelve más evidente, una hora y media después ya estamos en la presa de Zongo, el guarda, nos prepara unos platos de fideos, que en realidad son macarrones caldosos, también le compramos unas coca colas que nos tomamos con avidez, nos metemos en el saco, el viento vuelve a soplar con fuerza pero aquí nos sentimos seguros.