jueves, 25 de febrero de 2016

A LA PATAGONIA CHILENA

Esperando el trasporte en la puerta de nuestra casa en Santiago.

30 de enero

Durante la mañana preparamos el equipo que hemos de necesitar en Torres del Paine, almorzamos en casa, y a las trece horas, puntual, tenemos la furgoneta de Javier Fierro en la puerta. Cargamos, y salimos hacia el Aeropuerto.
El avión que nos lleva a Punta Arenas es un 737 de la Lan Chile. Nos dan dos veces de comer, aunque una de ellas es ligera. Una entre Santiago y Puerto Montt, hora y media de vuelo, y otra entre P. Montt y Punta Arenas, dos horas de vuelo. Prácticamente, el tiempo que no llevamos puestos los cinturones por aterrizaje o despegue, lo pasamos con la bandeja de comida delante.

Las condiciones atmosféricas son malas, por lo que en los dos aterrizajes el avión da unos bandazos y saltos bastante desagradables, y para algunos, por sus caras y la forma de agarrar los brazos del asiento, han debido de ser aterradores. Uno de ellos, Manolo, del que desvelo otra virtud: Su autodominio para vencer el terror que le inspira volar.

Aeropuerto de Punta Arenas.
 
Llegamos a Punta Arenas lloviendo, y nos alojamos en un hostal para estudiantes, el Hostal Bulnes, en habitaciones de tres y cuatro camas y en un adosado con seis literas, que por su reducido tamaño, bautizan como " casa de muñecas ".
Nos vamos al centro, del que estamos a unos 15 minutos de buen andar, a buscar un sitio donde cenar. Recalamos en un local donde un cantante, acompañándose de una guitarra, ameniza la cena cantando boleros y canciones pop. La gente que hay, en su mayoría parejas mayores, bailan en una pequeña pista.
El Notario le dice al cantante que el también cantaba algunas de sus canciones en la Tuna. Este le invita a cantar, y para sorpresa de todos, El Notario acepta. Y guitarra en ristre, después de presentarse como Juanito el Romántico - mientras Manolo, preocupado por como pueda tomar la gente aquello, me dice: " Estoy sudando, este nos va a meter en un lio. "-, canta con bastante sentimiento dos boleros, con tanto como para que las mujeres sigan la canción a media voz, llevando el ritmo con la cabeza y con expresiones nostálgicas. Es muy aplaudido, y Manolo respira. Los aplausos, merecidos, ponen al Notario eufórico y le deben aumentar su siempre voraz apetito, porque pide y pide platos, y si nos descuidamos nos deja sin cenar y sin fondos.

Son las dos de la madrugada cuando volvemos a nuestro alojamiento, en medio de una ligera pero pertinaz lluvia, después de que El Notario recibiese un cálido aplauso cuando abandonamos el local.
 
31 de enero

Día de turismo en Punta Arenas, Capital de la Región de Magallanes, que abarca la parte meridional de la Patagonia, la parte occidental de la isla de Tierra del Fuego, y los archipiélagos próximos al Sur y al Oeste. La ciudad está situada en la península de Brunswick, al borde del mar en la parte central del Estrecho de Magallanes, y frente a la Isla Grande de la Tierra del Fuego en la otra orilla del Estrecho.
Los primitivos pobladores de estas regiones formaban dos grupos muy diferenciados según su modo de vida: Unos eran cazadores terrestres, y los otros cazadores marítimos.
Entre los primeros, los Aónikenk, o antiguos Patagones, que habitaban desde el rio Santa Cruz, en lo que sería Argentina, hasta el Estrecho de Magallanes. Y los Sélknam, u Onas, que ocupaban los bosques del Sur de la Tierra del Fuego.
Entre los segundos, los Kavéskar, pequeños grupos dispersos que recorrían en sus canoas canales y senos, cazando animales marinos. Y los Yámanas, situados en las costas del canal Beagle e islas australes, hasta el Cabo de Hornos.
Todos ellos coexistieron con los primeros colonizadores con los que apenas tenían contacto. Con el aumento de éstos y por su acción directa al desplazarlos, o indirecta, al transmitirles enfermedades contagiosas como la sífilis, o vicios como el alcohol, sufrieron, a partir de la segunda mitad
del siglo XIX, una gran mortandad que los llevó a la extinción.
Después de la independencia, el Libertador Bernardo O`Higgins pide a los gobernantes chilenos que incorporen a la Nación La Patagonia, la Tierra del Fuego, e incluso las Tierras Polares. El Presidente Manuel Bulnes, siguiendo las indicaciones de O´Higgins, envía en 1.843 la goleta Ancud, que el 21 de Septiembre ancla frente a Puerto del Hambre, y los comisionados toman posesión del Estrecho y territorios adyacentes en nombre de la República de Chile, y en ese mismo año construyen un pequeño fuerte: Fuerte Bulnes, en el que se asienta una colonia.
El Gobernador José de los Santos Mardones, en el año 1.848 explora la región, y encuentra más al norte, entre el rio Carbón y la Punta Arenosa, un lugar abrigado al que traslada la colonia, y bautiza el nuevo enclave como Punta Arenas. Es el 18 de Diciembre de 1.848.
Al principio fue lugar de destierro para militares y de deportación para delincuentes comunes, dejando de tener carácter de proscripción en 1.875. La gran visión de los gobernantes, concediendo grandes donaciones a los inmigrantes, hizo que aumentase rápidamente la población, al mismo tiempo que surgían diversas actividades económicas - agricultura, ganadería, explotaciones forestales, minería aurífera y carbonífera, caza de animales salvajes, etc.-.
Otro factor de desarrollo importante fue el apoyo decidido a la cultura. Desde principios del siglo XIX fue obligatoria la enseñanza primaria, surgiendo importantes Centros de Enseñanza. La gran poetisa y Premio Nobel, Gabriela Mistral, fue Directora del Liceo femenino en el año 1.918 y siguientes. En la actualidad, censo de 1.992, tiene 143.500 habitantes.

Salimos en grupo a conocer esta apasionante ciudad. Por la Avenida Bulnes, en la que está nuestro alojamiento, nos dirigimos al centro por esta amplia avenida de varias calzadas en ambas direcciones y una platabanda central con jardines arbolados y varios monumentos. De estos, destaca el grupo escultórico El Ovejero, con su caballo, su perro y su " piño " de ovejas. Llegamos a la Plaza de Armas, poblada de hermosas coníferas, cedros, y grandes árboles flanqueando cuatro paseos en diagonal en cuya confluencia está situado el enorme, pero armonioso monumento a Magallanes. Sobre un gran pedestal en el que hay una inscripción que reza: JOSE MENENDEZ A HERNANDO DE MAGALLANES - J. Menéndez fue uno de los pioneros de P. Arenas -, hay recostados cuatro nativos fueguinos, representantes de los cuatro grupos de primitivos pobladores, y encima de un segundo pedestal la airosa estatua de Magallanes.
Monumento a Magallanes.

Dice la tradición que besando el dedo gordo del pie de uno de los Patagones, el nativo Ona, se regresará a Punta Arenas. Y lo debe besar mucha gente, porque está brillante como si se le estuviese bruñendo constantemente.
En los aledaños de esta plaza están los edificios con los Organismos Oficiales, Bancos, Consulados y grandes mansiones con magníficas araucarias y otros grandes árboles.
A las doce horas vemos izar bandera en un gran mástil que hay en la misma plaza, con Compañía de Honores y Banda, que después desfilan en una pequeña parada militar. Acude mucha gente que mira con curiosidad, pero sobre todo, con un respetuoso silencio.
Manolo y yo nos vamos paseando hasta el Puerto, que en esencia es un largo y amplio espigón a cuyos costados atracan los buques. En un costado hay varios de la Armada Chilena. En el otro, mercantes, y entre ellos, uno factoría, de una empresa española de conservas de pescado. Salimos de las instalaciones y vamos bordeando edificaciones hasta que encontramos la costa libre, solo el mar y la playa o roca. Queremos pisar el Estrecho, su orilla, y mojar nuestras manos y pies en él. Me produce una singular sensación estar en un lugar, que en los recuerdos de mi niñez, en la Escuela, aprendíamos en Geografía como algo tan remoto que, con los medios de transporte de entonces, era prácticamente inalcanzable.
Desde la playa donde estamos, bastante sucia y con un colector vertiendo en las proximidades, contemplamos un enorme y precioso trasatlántico que está fondeado en la bahía por no tener el puerto calado suficiente. Nos enteraremos después por la prensa, que va lleno de turistas que tenían previsto desembarcar en P. Arenas, y no pudieron hacerlo por el estado del mar, con gran oleaje.
A la hora de comer, nos reunimos todos en una céntrica cafetería, Lomi's, donde sirven platos variados. Juanan nos informa de las gestiones hechas para el transporte al macizo del Paine y otros.
Manolo, El Notario, y yo nos vamos a visitar la Zona Franca, que está situada al extremo norte de la población. Es muy extensa, con modernas edificaciones comerciales, aunque hoy, por ser festivo, está casi todo cerrado. Volvemos al centro en un típico autobús, con un recorrido fijo, en el que el conductor es a la vez propietario. El recorrido de éste pasa por un barrio muy humilde de pequeñas casitas de madera, muchas de las cuales están aisladas del suelo sobre pilares de obra. La gente viste muy sencilla, pero son muy agradables y comunicativos. En nuestro bus viaja la familia del conductor, que para poder pasar el día de fiesta juntos, acompañan a su marido y padre mientras trabaja.

Cenamos en un buen restaurante, El Estribo, con un agradable y atento servicio. Charlando, y planificando el viaje, se nos pasa el tiempo, y es la una de la madrugada cuando volvemos a nuestro alojamiento.

sábado, 20 de febrero de 2016

HACIA SANTIAGO


26 de enero.
Una voz estridente hizo que me despertase, me di cuenta que había dormido vestido y calzado, me dolía mucho la cabeza y todo me daba vueltas, fui a ducharme y eso me despejó bastante, aunque descubrí que con tanto alcohol mi almorrana estaba en su mejor momento, me puse un poco de crema y a correr, pero estaba empezando a dolerme. Debíamos esperar a Javier que llegara con las furgonetas, fuimos a comer, después del café apareció Javier u Juanito, cargamos todos los bultos, nos despedimos de Panchito y su familia y salimos hacia Santiago.

En unos minutos llegamos a la frontera argentina, con sus cabinas de Telefónica, parecía que estábamos en casa, un guardia borracho daba la nota en el lugar. Al poco tiempo llegamos a la zona chilena, allí nos esperaba la mejor parte, un joven de aduanas, del ministerio de agricultura, nos pregunta si llevamos comida sin envasar o fruta fresca, le decimos que no, no llevamos nada, nos explica que si nos hace un registro y le hemos engañado nos pondrá una multa que nos iba a dejar tiesos, en plan colegas le decimos que no llevamos nada, entonces nos dice: vale, bajad todos los petates y extended todo el contenido en el suelo, casi nos da algo, desmontar todo aquel equipo, estuvimos más de una hora, nos explicó que en la fruta argentina, habían unos bichitos que contaminaban los cultivos en chile, cumplida su misión, nos dejó marchar.

En la casa de Santiago.

Fue una alegría llegar a nuestra casa de Santiago, allí nos esperaban Manolo, Mateo, Jaumemiquel y el notario, con abrazos sinceros se despejan todas sus preocupaciones de los días pasados, Manolo y Mateo estaban especialmente contentos de que estuviésemos todos juntos, ya estaban en plena forma, el susto de Plaza de Mulas ya había pasado, nos ayudan a descargar los petates y las mochilas, menos el notario que se mantiene al margen, nos inundan a preguntas, quieren saber todo lo que hemos pasado, formamos un buen grupo , muy compenetrado, salvo honrosas excepciones, que siempre tiene que haberlas. De aquí a la Patagonia.
Las notas del viaje a Patagonia, voy a emplear en gran parte los escritos de Mateo, que son mucho mas extensos que los míos, y dan una visión bastante mas exhaustiva de lo que fue el viaje.

sábado, 13 de febrero de 2016

LA CUMBRE NOS DA LA ESPALDA.

El cuñao en Berlín.

24 de enero.
5:00h. Jesús entra en la cabaña rápidamente, fuera estamos a -30ºC, yo propongo esperar a que amanezca para iniciar la subida, el viento es muy fuerte, durante toda la noche ha soplado con violencia, y la pequeña cabaña se movía sin parar, en el interior estamos a -19ºC, Jesús se arma de valor y vuelve a la tienda.
7:00h. Unos ingleses quitan la madera que hace de puerta y al ver que está ocupado se van.
8:00h. Nos vestimos y comenzamos a preparar el desayuno, sigue haciendo mucho frio y el viento no para, estamos los cinco dentro de la cabaña, nos tomamos té y galletas, Jaume sale a mear y le da una patada a la cocina y se cae el agua que se estaba calentando, rápidamente se congela en el suelo, recogemos el hielo y lo volvemos a poner en el cazo y seguimos haciendo agua para la subida.
9:00h. Salimos hacia la cumbre, hoy es el gran día, al cabo de un rato nos cruzamos con un grupo que se ha dado la vuelta, nos dicen que está muy mal para subir, nosotros seguimos hasta que perdemos la protección de la montaña, al iniciar el camino por la arista el viento es insoportable, Jesús tiene un pie muy frio y yo tengo los dedos de las manos doloridos del frio, nosotros decidimos dar la vuelta, le digo al cuñao que vuelva el también, pues ha devuelto otra vez, el quiere seguir un poco más, como Jaume y Sebas están por delante le dejo seguir a encontrarlos. Una hora después estamos todos en Berlín, no había forma de continuar, el tiempo nos ha jugado una mala pasada, hay que bajar, pues no parece que vaya a cambiar.
En 1882, Paul Güssfeldt, fue el primer europeo que se propuso ascender a la cumbre del monte Aconcagua, hizo dos intentos y no lo consiguió, estas fueron sus palabras que nos ayudan a comprender lo que supone esta ascensión:
En montañas de la altura del Aconcagua, se suman las dificultades normales, otras extrañas, provocadas por la inclemencia del tiempo, tales como el frio y el viento. Con tales sufrimientos y privaciones, ninguna fuerza humana es capaz de alcanzar la cumbre. Si al ascender al Aconcagua no brilla la buena estrella, nunca se llegará a la meta.
A la hora prevista para la llamada por radio, ya estábamos en Cóndor, y desde allí dimos la triste noticia de la retirada, yo tenía un nudo en la garganta que no me dejaba hablar. En el campo base se alegraron de que bajásemos, pues estaban muy preocupados por el mal tiempo que hacía durante nuestra subida, y que ellos también habían padecido.
Recogemos las cosas de Cóndor y en poco más de dos horas estábamos en el campo base de Plaza de Mulas. Nos cuentan que en el campo base el viento había arrancado varias tiendas y ellos lo habían pasado mal. Estamos quemados, mas moralmente que físicamente, pero no nos queda más que resignarnos, la montaña es así.


     Juanan, Jaume, Sebas y Vicen.

Por la tarde se organizó un pequeño mercadillo de cosas de montaña, que la gente que se va vende para bajar menos peso, el capitán quiso vender todo su equipo pues no quería volver nunca más a la montaña, así sin equipo, no podríamos volver a convencerlo para hacer otro viaje, sacó sus cosas, y aunque lo vendía barato nadie le compró nada, su destino le ataba a nosotros.

Jesús y yo en la bajada.

25 de enero.
De buena mañana, el capitán me ha llevado a conocer a un alemán que toca una especie de tronco hueco, que al parecer utilizan en Australia, y suena  como las trompetas tibetanas, el capitán intenta hacerlo sonar y no lo consigue, el alemán toma un trago de cerveza, chupa la embocadura y acto seguido sopla por la tuba y un sonido ronco resuena por la planicie del campo base. 
Empezamos a empaquetar todo nuestro equipo, los petates se apilan junto a la tienda comedor de Panchito esperando la llegada de las mulas.
Nuestro amigo japonés no para de hacernos fotos, y cuando nos abrazamos para despedirnos sus ojos rasgados muestran su emoción.
La bajada fue bastante dura, pues hicimos de un tirón desde Plaza de Mulas hasta Penitentes, donde está la salida del parque, entregamos las hojas firmadas por Panchito donde él se hace responsable de bajar nuestra basura y en una camioneta nos vamos al hotel. Me doy una ducha, con gran placer, hace doce días que no me he duchado, y al ducharte te quedas sin fuerzas. 
Estábamos cansados, pero dimos buena cuenta de unas cervezas a precio de oro que tenían en el hotel. El capitán, Sebas, Jaimito y Panchito se marcharon a comprar carne para el asado, volvieron a las diez de la noche, el fuego llevaba ardiendo horas, pusieron la carne en la parrilla que estaba al rojo vivo, como los ojos de nuestros amigos los mercaderes, la cena comenzó, todos teníamos mucha hambre y sed, y casi sin notarlo las botellas de vino argentino se iban apilando junto a la mesa, la mujer de Panchito no lo podía creer, el asado se esfumaba por momentos, y eso que no estaba el notario.
Seguíamos teniendo sed, y el licor no parecía apagarla, al cabo de un rato me percaté que todo el mundo tenía la cara borrosa, me levanté y me fui a la cama, solo quería tumbarme un rato, y no me quité ni las botas.

En Penitentes, de pié, Vicen, Jaimito, el Capitán, Jaume, Juanan y Jesús.
sentados, Toni, Sebas, el Cuñao y Panchito.

viernes, 5 de febrero de 2016

HACIA LA CUMBRE



21 de enero.
Hoy no hemos madrugado, el capitán nos tiene preparado el desayuno cuando nos levantamos, después de dar buena cuenta de todo lo que nos pone delante, comenzamos a ordenar todas las cosas para no dejarnos nada y que tampoco sobre nada.
Por fin salimos hacia la cumbre, todos nos abrazan, por un momento las palabras pierden sentido, no las oyes, miras las caras de los amigos, del hermano y ves felicidad y preocupación, para ellos será más difícil, tienen que esperar !!!.
Comenzamos a subir lentamente, muy lentamente, la cuesta se eleva ante nosotros, el sendero asciende en zigzag, nuestra marcha parece una procesión, cada uno anda sumergido en sus pensamientos, en sus soledades.
El aire se torna más sutil y te cuesta respirar, así pues, dialogas en soledad, para tus adentros. Y monólogo a monólogo, llegamos a Nido de Cóndores, a pesar de ir mas cargados que el otro día, hemos tardado dos horas menos en subir a este campamento donde pasaremos la noche.

Preparamos la comida y nos metemos en la tienda, pues el viento es muy fuerte. Para preparar la comida hay que derretir nieve que obtenemos de los pocos neveros que encontramos, cocinamos dentro de la tienda, bebemos y guardamos agua para mañana en las cantimploras dentro del saco para que no se congele. La cena es frugal, pues pierdes bastante el apetito, aunque son las seis de la tarde, nos metemos en el saco porque hace mucho frío. Contactamos por radio con el campo base, y nos dicen que el tiempo parece que seguirá bien al menos dos días, eso es una buena noticia.

Campamento de Nido de Cóndores, 5500m.

22 de enero.
Al fin amanece! lo esperábamos con impaciencia, llevamos muchas horas metidos en los sacos, preparamos el desayuno y luego ordenamos las cosas para empezar a subir al refugio Berlín para aclimatarnos. Yo me quedo en Cóndor, pues me duele un poco el estómago, el tiempo no pasa, refuerzo los vientos de las tiendas, ordeno la comida, derrito nieve y almaceno agua.
Al medio día bajan los demás, yo me encuentro mejor, he bebido al menos un litro de té, eso te hace orinar mucho y mejoras.
Mañana dejaremos aquí las tiendas, y arriba utilizaremos una que tienen montada unos chicos malagueños, que nos dejan utilizarla, y la cabaña de madera, así llevaremos menos peso.
Antes de ponerse el sol ya estamos dentro de la tienda, hace mucho frio, los dedos se quedan duros al intentar escribir, al menos el viento no aumenta.
Después de cenar una sopa caliente y un poco de chocolate, comenzamos el ritual de meter dentro del saco de dormir todo aquello que no queramos que esté congelado al levantarnos, lo mas incomodo son las botas, pues te pasas la noche dándole patadas sin parar.

Cae el sol en Nido de Cóndores.


23 de enero.
Hemos dormido bastante, como hace frío no tenemos prisa en salir, además queremos pasar el menor tiempo posible en Berlín, por eso saldremos después de comer, hacemos la comida con el paquete que nos dejó Mari y los de la once, puré de patatas con salmón en aceite, queso a las finas hierbas pan y té.
Comemos dentro de las tiendas para protegernos del fuerte viento, recogemos todo y salimos hacia Berlín, la subida es dura, pero vamos bien, el viento es molesto, pero a mí lo que más me fastidia es el frío en las manos, llevo puestos los guantes de forro polar y con ellos no puedo ponerme las manoplas, cuando vuelva las tengo que comprar unas nuevas.
Al llegar a Berlín 5950m, encontramos tres tiendas montadas, una de ellas es la Altus de los malagueños, que es la que podemos utilizar, aquí dormirán Jesús y el cuñao, Sebas, Jaume y yo ocuparemos una pequeña cabaña de madera del centro, que es la mediana, en la pequeña hay gente, creo que son franceses, la más grande está destrozada. Aquí el frío es intenso, y eso que aún hay sol, sin perder el tiempo, comienzo a preparar la cena, para poder meternos pronto en el saco, hago dos cazuelas de sopa líquida y salada para recuperar sales e hidratarnos, la bebemos rápido pues se enfría enseguida, Jesús le lleva un buen cazo al cuñao que no quiere salir de la tienda, pues está un poco tocado de la altura, cuando llegó devolvió todo y solo quería dormir, nosotros nos hemos metido los cuatro en la cabaña para cenar y estar un poco más calientes.
Ponemos en marcha la radio para comunicarnos con el campo base, los malagueños hacen de puente, pues aunque yo recibo a Vicen, el no me oye, nos dicen que el parte de la meteo anuncia un cambio de tiempo para mañana o pasado. Veremos qué pasa.